3 may 2012

Abandonando el banco









Ninguno ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman. 1 Corintios 2:9

Este es mi versículo favorito, cada vez que pienso en él, me lleno de esperanzas al recordar que cosas que nunca vi, ni oí, ni sentí, en mi corazón, ni me imaginé para mi vida, Dios ya las tiene preparadas para mí. 

Y no se trata de una posibilidad remota; es una promesa. Fíjate también que la promesa es condicional, dice que es para “los que le aman”. Pero cuidado, lee bien, no dice para los “Santos, rectos, ejemplos perfectos”. 

La salvación no es un premio, es un regalo. Él nos llama como somos. Pero es él, el que lo hace. La condición es que lo amemos.

Claro que siempre va a estar el mentiroso cuchicheando en tu oído “eres un mal cristiano”, “no eres capaz”, “te falta mucho todavía”, “mira tu pasado”, “tu presente no es muy distinto”, “tienes que dejar tal cosa” o “tienes que hacer tal otra”.

Debemos hacer oídos sordos al mentiroso y a sus mentiras. Hace unos días leía que Satanás no significa exterminador, destructor, asesino, ladrón o corrupto; significa engañador, calumniador, mentiroso. 

Una de las obras maestras es hacernos creer que el cristiano debe estar dentro de la iglesia, casi como un refugiado, para que contaminarse con el mundo. ¡Mentiras! Hay dos tipos de cristianos. Están los que entran a la iglesia, se sientan en un banco y reciben bendición; y los que se levantan del banco, salen de la iglesia y bendicen a los demás. 

Jesús esta buscando cristianos del segundo tipo. Aunque imperfectos, valientes y amorosos. Así era David. Él cometió muchos errores pero se dice que tenía un corazón que agradaba a Dios porque lo amaba.

Los jóvenes y adolescentes no somos el futuro de la iglesia, somos el presente. Los que deciden salir a bendecir el mundo porque aman a Dios, y por ende a todo lo que él ama, ven y viven aventuras milagrosas y especiales. 

Dios ha preparado un montón de desafíos para los jóvenes cristianos, pero para disfrutarlos debemos abandonar el banco de suplentes y creerle a Dios cuando nos dice que él nos va a permitir vivir cosas fabulosas.