Ninguno ojo ha visto,
ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha
preparado para quienes lo aman. 1 Corintios 2:9
Este es mi versículo favorito, cada
vez que pienso en él, me lleno de esperanzas al recordar que cosas que nunca
vi, ni oí, ni sentí, en mi corazón, ni me imaginé para mi vida, Dios ya las
tiene preparadas para mí.
Y no se trata de una posibilidad
remota; es una promesa. Fíjate también que la promesa es condicional, dice que
es para “los que le aman”. Pero cuidado, lee bien, no dice para los “Santos,
rectos, ejemplos perfectos”.
La salvación no es un premio, es un
regalo. Él nos llama como somos. Pero es
él, el que lo hace. La condición es que lo amemos.
Claro que siempre va a estar el
mentiroso cuchicheando en tu oído “eres un mal cristiano”, “no eres capaz”, “te
falta mucho todavía”, “mira tu pasado”, “tu presente no es muy distinto”,
“tienes que dejar tal cosa” o “tienes que hacer tal otra”.
Debemos hacer oídos sordos al
mentiroso y a sus mentiras. Hace unos días leía que Satanás no significa
exterminador, destructor, asesino, ladrón o corrupto; significa engañador,
calumniador, mentiroso.
Una de las obras maestras es hacernos
creer que el cristiano debe estar dentro de la iglesia, casi como un refugiado,
para que contaminarse con el mundo. ¡Mentiras! Hay dos tipos de cristianos.
Están los que entran a la iglesia, se sientan en un banco y reciben bendición;
y los que se levantan del banco, salen de la iglesia y bendicen a los demás.
Jesús esta buscando cristianos del
segundo tipo. Aunque imperfectos, valientes y amorosos. Así era David. Él
cometió muchos errores pero se dice que tenía un corazón que agradaba a Dios
porque lo amaba.
Los
jóvenes y adolescentes no somos el futuro de la iglesia, somos el presente. Los que deciden salir a bendecir el
mundo porque aman a Dios, y por ende a todo lo que él ama, ven y viven
aventuras milagrosas y especiales.
Dios ha preparado un montón de
desafíos para los jóvenes cristianos, pero para disfrutarlos debemos abandonar
el banco de suplentes y creerle a Dios cuando nos dice que él nos va a permitir
vivir cosas fabulosas.